martes, 27 de enero de 2009

En el banco del estanque .

Seis de la tarde en el parque. El apurado revuelo de las palomas, viendo al Imponente acercarse sinuosamente hacia ellas, le hace volver la vista hacia el campo de los niños. En realidad, no lo hace sinuosamente, piensa. Lo único que hace el perro, es correr hacia ellas. Lo que pasa es que es un animal con demasiada fuerza. Por eso lo llaman así. El hombre está sentado en el banco, junto al estanque de los cisnes, lejos de los gritos de críos que pueda molestarle.

Sin retenerse más, retoma su lectura, justo donde la había dejado. ¿De qué iba el libro? A, sí, ya se acuerda. Cuenta la historia de dos enamorados. Y a él no le gustan las historias de amor. Se vuelve a preguntar por qué la está leyendo. Eso, lo pone peor. Se lo ha aconsejado su suegra, y además, a su mujer le ha parecido muy buena idea. Maldición. Intenta embarcarse en la historia, y sorprendentemente, descubre que la trama le empieza a fascinar. Línea a línea, empieza a encarnarse en los personajes. Una mujer mira a un hombre, con seductora mirada, pero el hombre parece no darse cuenta de nada, y para mayor frustración de la mujer, ni siquiera levanta la mirada por casualidad. La mujer, hermosa y de mediana edad (un poco más joven que el hombre) no entiende por qué esta obsesionada, justo con aquel hombre. Sabe que está casado, que es feliz y que no tiene ningún derecho a enamorarse de él. Pero no lo puede evitar. Es como si un día, como en los dibujos animados, viniera un ángel, con un arco y una flecha, y le disparara al corazón, con el fin de hacerla fijarse en ese hombre. Y más que fijarse… Se pregunta qué tendrá que hacer para que ésta le preste atención. Lleva un mes siguiéndolo a todas partes, se sabe el nombre de toda su familia, en especial el de su mujer. Irene… Se mira el vestido de flores nuevo que acaba de comprar. Ya no le parece tan bonito como se lo pareció en la tienda. Sigue contemplando al hombre, esperanzada, por si a éste se le ocurre levantar la vista, y cuando, apesadumbrada, se da cuenta de que el hombre no mirará, da media vuelta, enfadada con el mundo, con el hombre, y con el amor, pero sobre todo consigo misma, por ser tan ilusa y soñadora, y va aceptando el hecho de que el hombre, aunque no es plenamente feliz, morirá callando la soledad de su corazón, antes de compartirlo con ella.

El hombre levanta la vista de su libro, y ve a una hermosa mujer, con el vestido de flores, caminando, o más bien meciéndose al son de las hojas que caen con el viento, alejándose de él. Es tan esbelta… El móvil vibrando en el bolsillo de su pantalón, lo saca de sus pensamientos. Eleva los ojos al cielo al ver el nombre del llamante en su móvil. Irene.

1 comentario:

  1. ainhoaaaaaaaaaa!!!
    zu ere bai blogarekin xD
    ez dut irakurri baina ske oso luzea da xD
    spero dut ndo egotea..

    (sombra)

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